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La palabra amordazada en América Latina: diálogo entre Nezahualcóyotl y poesía revolucionaria colombiana. Intertextualidades con Manrique y Vallejo.

Autoras: Gabriela Perazza y Pilar Salvo






La palabra eliminada de la vida: la palabra del idiota, del tonto, del loco, del niño, del moribundo, en parte la palabra de la mujer. Mijaíl Bajtín Estética de la creación verbal

Esta propuesta se centra en desarrollar un diálogo entre autores no canónicos pertenecientes a dos momentos de la literatura latinoamericana: precolombina y de fines del siglo XX.

En primer lugar, se debe tener en cuenta el vínculo de lo latinoamericano y lo canónico. Según Harold Bloom “...el canon es una palabra religiosa en su origen, que se ha convertido en una elección entre textos que compiten para sobrevivir, ya se interprete esa elección como realizada por grupos sociales dominantes, instituciones educativas, tradiciones críticas” (1995). La literatura latinoamericana siempre se ha caracterizado por encontrar dificultades para insertarse en esta lista de libros de la que habla Bloom. Es por eso que hoy se vuelve importante revalorizar algunos discursos que han sido marginados. Según Walter Mignolo existe una geopolítica del conocimiento, en la cual lo latinoamericano siempre ha estado relegado. Este fenómeno no solo se da con la literatura sino con todas las áreas del conocimiento. De esta manera, se han priorizado todos los discursos provenientes de los centros culturales: Europa y Estados Unidos, cuestionando que las zonas periféricas: América Latina, África y Oriente, sean capaces de ser productores intelectuales.

Desde la época de la conquista hasta nuestros días los autores latinoamericanos han luchado por legitimar su discurso, pero sus voces no han sido escuchadas por los árbitros de la cultura.

Lo que se pretende desarrollar es un diálogo entre dos autores que tocan temáticas y realidades similares a las que tratan autores instituidos; con la diferencia de que sus obras han sido olvidadas o nunca consideradas.

El olvido se nota en varios planos. En primer lugar, en los programas educativos: ni en formación docente ni en secundaria están incluidos. En segundo lugar. tampoco parecen ser obras que interesen al mercado editorial, no hay ediciones de estos autores, diferenciándose así de los clásicos que constantemente están siendo reeditados. En tercer lugar, hay una gran dificultad para encontrarlos en la web, esto hace que a la hora de realizar cualquier investigación sobre estos textos el reto sea mayor.

A consecuencia de esto, las obras se van desdibujando y también las identidades de los autores se van perdiendo. En el caso de Nezahualcóyotl existen poemas que se le atribuyen sin que se sepa si realmente él los escribió. La literatura colombiana y también de otros países latinoamericanos de finales del siglo XX, se encuentra signada por varios casos de anonimato.

Se supone que los textos clásicos, aquellos que en definitiva integran el canon, siempre hablan de temas universales. Sin embargo, estas obras relegadas también hablan de estos temas. En esta oportunidad, nos centraremos en analizar cómo ambos textos hablan de un tema en particular: la muerte. Que ha sido de igual manera estudiado por autores clásicos como lo son Manrique y Vallejo.

Nezahualcóyotl y Jorge Manrique: la muerte en manos de dos poetas

Antes de comenzar a hablar sobre Nezahualcóyotl que es el gran protagonista de este estudio, me gustaría dedicarle unas palabras a Manrique. Sin duda es uno de los autores más reconocidos de la literatura española en parte por su obra Coplas por la muerte de su padre. Los temas que abundan en esta obra son en definitiva los que más cercanos a la existencia del hombre: la muerte, el pasaje inevitable del tiempo y la fugacidad de las cosas. Este poeta vivió en los albores del Renacimiento y desde el punto de vista de Pedro Salinas lo que hace que su poesía sea tan impactante es su originalidad. Este autor sostiene que lo que lo hace original es “su actitud frente a la tradición” (136). De esta manera Manrique escribiría de los temas que siempre se han hablado pero de una forma totalmente innovadora.

Una cuestión interesante a resaltar es que cuando Salinas escribió Jorge Manrique o tradición y originalidad no sabía que había un poeta llamado Nezahualcóyotl, de origen mexicano que había escrito sobre los mismos temas. Curiosamente ambos poetas convivieron en el mismo siglo, Manrique vivió entre los años 1440 y 1492 mientras que el poeta mexicano lo hizo entre los años 1402 y 1472.

Nezahualcóyotl: fue un príncipe de la ciudad de Texcoco en México. En él se encontraban dos culturas: la de los chichimecas situados al norte de la región y la de la cultura tolteca. Llegó a ser el Rey de Texcoco luego de varios inconvenientes políticos que ahora no viene al caso mencionar. Como todo noble de su cultura recibió una formación erudita en filosofía y religión tolteca lo que sin lugar a dudas influyó poderosamente en la confección de su obra. Sus poemas llegaron a los eruditos en lengua náhualtl a través de diversos códices y luego han sido traducidos al español. La cultura nahualt tal como la entiende Portilla refiere a aquella que utiliza la lengua nahualt (3). Con respecto a esto, es necesario aclarar que Nezahualcóyotl no era azteca, pero si aliado de este imperio. Como ya se mencionó anteriormente no se sabe con certeza la totalidad de poemas que ha escrito este autor; sí que se han preservado treinta y cuatro, de los cuales no de todos está comprobada su autoría.

Los poemas del Rey Poeta -así se lo llamaba en su época- abundan en metáforas relacionadas a la naturaleza. Cualquier producción intelectual, está situada en su espacio y en su tiempo “toda reflexión está situada- la que investiga y la investigada, la que mira y la que es mirada-” (Casella 101). En los poemas de este autor la vida, siempre asociada a la muerte es ilustrada a través de elementos presentes en la naturaleza: “Como una flor/ nos iremos secando/ aquí sobre la tierra/ Como vestidura de plumaje de ave zacuán/ de la preciosa ave de cuello de hule/ nos iremos acabando”.

Este tópico: la muerte inevitable, tan estudiado en Manrique es uno de los ejes centrales en la poesía del rey poeta. La mayor parte de las composiciones muestra una profunda reflexión sobre la muerte, vista como algo inevitable: “de cuatro en cuatro nosotros los hombres, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra”.

Nada nos recuerda más que los célebres versos de Manrique: “Recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida/ cómo se viene la muerte/ tan callando”(Copla 1 17). La muerte es vista para los dos poetas como algo inevitable. También ambos puntualizan en que este es un suceso que no discrimina, no importa la clase a la que se pertenezca la muerte llegará de igual manera para todos. Nezahualcoyotl dirá “aquí nadie vivirá para siempre/ Aún los príncipes a morir vinieron” y Manrique “Llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos” (Copla 3 18).

Ahora bien, cabe preguntarse, ¿Existe alguna diferencia entre ambos poetas?, creo que la respuesta a esta pregunta está en la concepción de la muerte que ambos poseen. Manrique con su bagaje cultural, entiende que la vida es una transición hacia el otro mundo. Desde la visión medieval que se encuentra en el poeta español los hombres solo estaban de paso en el mundo terrenal. Esto lleva al poeta a decir “Este mundo es el camino/ para el otro que es morada”(Copla 5 19). Curioso es descubrir que el poeta náhuatl plantea la misma interrogante: “también allá iréis/ al lugar de los descarnados”.

Es necesario interrogarnos aquí sobre el sentido de la muerte para esta cultura. Patrick Johansson realiza un estudio muy interesante llamado “La muerte en la cosmovisión náhuatl prehispánica”, en donde sostiene que la muerte posiblemente fuera considerada como algo cíclico para esta cultura. Defiende esta hipótesis teniendo en cuenta que estas comunidades tenían una importante conexión con la naturaleza. Veían a sus dioses como entidades naturales, además “creían que el mundo no había sido creado ex nihilo por un ser exterior a su creación sino que se había expandido in illo tempore” (Johansson). Este autor propone que también creían en un mundo subterráneo, pues tenían un mito protagonizado por Quetzacoalt que así lo sostenía. Según este relato se le presentaba a la divinidad unos seres nocturnos que le mostraban su retrato envejecido, obligándolo a ir a un lugar mítico llamado Tillan Tlapallan. La muerte por lo tanto estaba vinculada de igual manera que para los cristianos con un lugar determinado.

Johansson cuestiona por qué si los nahuales creían en un mundo cíclico veían a la muerte como un fenómeno determinante. Según el autor, teniendo en cuenta su cosmovisión basada en la naturaleza la muerte debería considerarse como algo inevitable a todo ser pero cíclica, es decir, que luego regeneraría en otra forma. Cabe preguntarse entonces por qué en los poemas de Nezahualcóyotl pareciera que se presenta de manera determinante:

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?

No para siempre en la tierra:

sólo un poco aquí.

Johansson contesta esta interrogante y sostiene:

Es muy probable que los cantares hayan sido interpolados para que el contenido de textos hermosos, que no se debían de desperdiciar, se ajustara a los dogmas cristianos concernientes a la muerte. El canto original expresaba quizás la cantidad de veces que un ser volvía a existir en la tierra o la idea más difusa de un retorno, pero todo aquello fue censurado y reemplazado en el texto por una noción cristiana de muerte

Portilla por su parte sostiene que la preocupación sobre la existencia podría tener que ver con la creencia de los nahuales acerca de fin del mundo. Así podrían ver “a sus obras amenazadas de exterminio por el anunciado fin del quinto Sol, que había de poner término a todo lo existente” (31)

Estas respuestas no se plantean como solución al tema sino más bien como interrogante. Lo cierto es que ayuda a comprender algunas otras cuestiones dentro de la poesía de Nezahualcóyotl.El poeta en varios de sus poemas utiliza una expresión muy específica que es la de “Las flores y los cantos”. Para comprender mejor esto será necesario observar dos de sus poesías:



Por fin lo comprende mi corazón: escucho un canto, contemplo una flor . . . ¡Ojalá no se marchiten!




No acabarán mis flores,

no cesarán mis cantos.

Yo cantor los elevo,

se reparten, se esparcen.

Aun cuando las flores

se marchitan y amarillecen,

serán llevadas allá,

al interior de la casa

del ave de plumas de oro.

Las flores y los cantos es una de las expresiones más estudiadas de la poesía nahual y no solo está presente en este poeta. Según Miguel Portilla esta expresión refiere a la poesía (65). Lo único que entonces vence a la muerte es la literatura, de modo que la muerte tendría carácter cíclico, pues hay una supervivencia del poeta a partir de sus composiciones.
Esta postura adoptada por Nezahualcóyotl supera a la de Manrique quien plantea que la vida es un tránsito hacia la muerte: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar/ que es el morir”(18). El poeta náhualt encuentra un modo de sobrevivir y enfrentar la muerte con alegría; esto queda explícito en otro de sus poemas cuando dice:

¿A dónde iremos

donde la muerte no existe?

Mas, ¿por esto viviré llorando?

Que tu corazón se enderece

Aquí nadie vivirá para siempre

Se cree haber demostrado que ambos poetas tratan los mismos tópicos: muerte inevitable, fugacidad del tiempo y de las cosas. También se cree haber demostrado que lo que los diferencia es el contexto en el que se insertan, lo que hace que sus concepciones acerca de la muerte sean muy diferentes. Este breve estudio ha querido revalorizar la figura de Nezahualcóyotlmostrando que lo único que -supuestamente-haría a Manrique superior es su ugar dentro de la tradición, criterio totalmente inválido para juzgar la calidad de una obra.




La muerte violenta como tema dentro y fuera del canon: “Pedro Rojas” de César Vallejo y “Colombia masacrada” de autoría anónima

La muerte como tópico literario, ha sido abordada desde múltiples perspectivas y desarrollada a partir de contextos diversos. Desde la literatura clásica en adelante se visualizan distintos enfoques, como la bella muerte de la Antigua Grecia, la muerte dantesca concebida como el pasaje a la vida de ultratumba, o desde una perspectiva romántica, escéptica, católica… La idea de muerte sobre la que se centrará este trabajo será la entendida desde el contexto de creación estética latinoamericano del siglo XX: la muerte violenta.

La mayor parte de la literatura que se produjo en Latinoamérica durante todo el siglo y principalmente a finales del mismo, estuvo signada por un contexto caótico de crisis, dictaduras, revoluciones, enfrentamientos, desapariciones, silencios y gritos anónimos. Es en este marco donde algunos autores optan por el anonimato de sus obras. Otros, como es el caso de César Vallejo logran una identidad trascendente que rompe las fronteras de Perú y es reconocido y legitimado desde el centro cultural europeo.

La legitimación que logra César Vallejo se debe a múltiples factores, pero no es menor que en el año 1923 el escritor se haya trasladado a Europa para ya no regresar a su Perú natal. Viviendo principalmente en París durante mucho tiempo, fue publicado, re editado, prologado por escritores transversales de la literatura europea, colaborador en revistas literarias europeas; sujeto activo de una literatura que parte desde un centro de poder cultural.
Los poemas reunidos por Robert Márquez en Poesía revolucionaria latinoamericana también reflejan la resistencia impulsada por el arte. No sucede con esta producción, lo que con la de Vallejo: no hay un centro de legitimación que la vuelva oficial, es lo relegado, lo que se pierde en el olvido, la cultura que no es promovida para las masas, lo que no ingresa a los márgenes del canon.

Un punto en común entre “Pedro Rojas” de César Vallejo y “Colombia masacrada” es que ambos poemas abordan el tópico de la muerte violenta: el primero desde el combate en la Guerra Civil española, y el segundo desde la muerte de un campesino durante la guerrilla colombiana que se dio hasta el año 1974.
La espontaneidad de la muerte canónica y no canónica. La muerte en el simple acto de apretar una cuchara con la mano o de llevar una arepa a la boca. En este sentido se puede hablar de “muerte violenta”, la que llega mediante asesinatos. La muerte se impone precipitadamente, tanto en un poema como en el otro: “Lo han matado, obligándole a morir/ a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre…”; en el poema colombiano también se hace hincapié en lo forzoso de la muerte “... el mismo tiro hace como que lo levanta/ el mismo tiro lo levanta sin que él quiera/ y volvió a caer dando vueltas”.

Muerte de uno que es símbolo de todos los demás: combatientes obligados o campesinos acechados en sus propios ranchos que mueren al amanecer. Pedro Rojas y Don José que representan el uno a sus compañeros y el otro a los colombianos, dos facetas de una producción que busca la reivindicación de la propia realidad, y que procura generar identidad a través de la palabra.

En las situaciones que presentan ambos poemas hay referencias a elementos propios de la cotidianeidad de la vida del hombre: una cuchara que llevaba Rojas en su bolsillo, y una arepa que masticaba Don José cuando lo asesinaron. La relevancia de estos elementos radica en que los dos forman parte del acto más primitivo del ser humano: alimentarse. Acto que es detenido súbitamente: “La Tropa le disparó un Máuser en la espalda/ estaba desayunando arepa y cacao/ ¡que ni se dio cuenta! /su boca como una ostra abierta/ con un pedazo de arepa/ apenas masticado”.

Resulta peculiar el hecho de que el yo lírico enfatice sobre la boca y su apertura cual “ostra abierta”. Indica Chevalier a propósito de la simbología de la boca “Abertura por donde pasa el soplo, la palabra y el alimento, la boca es el símbolo de la potencia creadora…” (p. 193). Surge entonces la interrogante de por qué es relevante la boca como medio de expresión y de alimentación para quienes participan como sujetos activos o no en las revoluciones. Si tanto en Pedro Rojas como en Don José se manifiesta la universalidad del ser humano, se encuentra al pueblo en pleno altercado ¿por qué entonces la boca es algo importante en plena revolución? Y por ende: ¿por qué la palabra y el alimento?.

Una posible respuesta a esta interrogante es que estos elementos son los que generan en el pueblo la fuerza para manifestarse durante la revolución. La palabra como medio de expresión, creación y manifestación de un sentido de identidad, reivindicación y protesta y el alimento como factor esencial que movilizó en este caso a los campesinos de esa región latinoamericana a pesar de que las Tropas y la muerte los estuvieran acechando por todas partes: “Íbamos de cacería y /allá arriba en el monte encontramos una trocha/ Empezamos a subir/ cuando oímos en el suelo un/ trum - trum -    trum - trum - trum - trum/ era la tropa que bajaba al trote/ (si nos veían armados nos mataban)”.

La visión que propone el yo lírico presenta una Colombia masacrada de muerte, hambre y represión: la muerte violenta. ¿Por qué entonces se recurre a César Vallejo? ¿Por qué es necesario buscar lo canónico para referir a lo que no lo es? Como indica Noé Jitrik “... todo lo que no es canónico no es, por fuerza, marginal sino que es marginalizado en la medida en que, en primera instancia, simplemente no responde a un canon al que desea responder. (p. 5 “Canónica, regulatoria y transgresiva”). El canon siempre será una referencia para posicionarse dentro o fuera de él, lo no canónico o marginal se define en relación a lo canónico.

El mecanismo por el cual se legitima parte de la obra de Vallejo, la recurrencia al centro cultural europeo es el mismo que se utiliza para buscar en cierta manera la legitimación de la voz anónima que grita detrás de “Colombia masacrada”: su intertextualidad con “Pedro Rojas”. ¿Cuándo se legitimará entonces lo latinoamericano sin recurrir a lo oficial? Cuando dejemos de pensar al margen en relación al centro y no recurramos a Jitrik para legitimarnos; cuando por fin Latinoamérica pueda sostener las riendas de su propia marginalidad y no deje en el olvido a su Colombia masacrada


Palabras finales:

En este trabajo hemos querido demostrar que existen muchos escritores no considerados dentro del canon que hablan de temas igual de válidos que algunos escritores que sí se encuentran en él.

Varios son los factores que vuelven a estos autores marginados, pero el que más nos ocupa en esta presentación es el hecho de que sean escritores latinoamericanos, porque como ya hemos referido la cultura de Latinoamérica en general ha sido relegada desde siempre por parte de los centros culturales: desde la época precolombina como es el caso de Nezahualcóyotl, hasta nuestros días considerando casos como el autor anónimo de “Colombia masacrada”.
Hemos descubierto que todo aquello que está en el canon y fuera de la tradición se encuentra de esta manera porque no responde a lo establecido, o no dialoga con eso. La tradición es lo que ha erguido a figuras como Vallejo y Manrique.

Ser un poeta que se posiciona frente a la tradición no debería ser un índice de calidad u originalidad. Desde esta postura todos aquellos que escriben desde la periferia y fuera de la tradición no podrían ser buenos escritores. Aquí son ilustradoras las palabras de Homi Bhabha cuando dice que: “El "derecho" a significar desde la periferia del poder autorizado y el privilegio no depende de la persistencia de la tradición”.

Hoy, en estos tiempos de pura innovación no planteamos derribar la tradición sino hacerla más permeable. Permitiendo desde las aulas, la academia y los diversos estudios literarios que lo no canónico encuentre su voz.





Bibliografía consultada:

Corpus:

Manrique, Jorge- Coplas a la muerte de su padre y otras poesías. Editores mexicanos unidos s.a, México 1998.

Márquez, Robert, selección y prólogo. Latin american revolutionary poetry. Monthly Review Press, Nueva York, 1974.

Netzahualcóyotl - Estudio  sobre  la  Obra  Poética  de  Netzahualcóyotl,  como  una
expresión de contacto con lo Sagrado. ed Silvia Reyes García. Parque de Estudio y
Reflexión Aldama

Marzo 2013.

Vallejo, César. Españ aparta de mí este cáliz.Perú Nuevo, Lima, 1961.

Textos bibliográficos:
Bloom, Harold- El canon occidental. Anagrama, Barcelona, 1995.

Bhabha, Homi- Nación y narración.Siglo Veintiuno editores. Madrid. 2010

Chevalier, Jean. Diccionario de los símbolos.Herder, Bercelona, 1986.

Johansson, Patrick-La muerte en la cosmovisión náhuatl prehispánica. Consideraciones heurísticas y epistemológicas.Estud. cult. náhuatl vol.43 México ene./jun. 2012

Jitrik, Noé. “Canónica, regulatoria y transgresiva”. Orbis Tertius, La Plata, 1996, p. 153 - 166.

Potilla, Miguel- La filosofía náhualt lnstituto de lnvestigaciones Históricas, Ciudad Universitaria, México. 1953

Salinas, Pedro- Jorge Manrique o tradición y originalidad. Editorial sudamericana, Buenos Aires 1962.

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