Autor: José Luis Gadea
Introducción
Orientación
Poesía es un
proyecto que busca impulsar la lectoescritura poética en los adolescentes de
las instituciones educativas públicas y privadas de Montevideo y Canelones.
Creado e implementado desde el año 2012 por los poetas Miguel Avero, Santiago
Pereira y quien escribe, Orientación
Poesía trabaja desde la modalidad taller en un único encuentro con uno o
más grupos, buscando transformar el aula en un espacio de degustación y
reflexión artística que tenga a la poesía joven contemporánea como centro.
A su vez, En
el camino de los perros
es un colectivo abierto y autogestionado de poetas adolescentes y jóvenes,
creado en 2015 a partir de la experiencia de los talleres de Orientación Poesía. Mediante la
cooperación, este proyecto busca la generación de espacios propios de edición,
difusión y aprendizaje para nuevos creadores de todo el país: la curaduría de
una antología virtual de poesía ultrajoven (15-20 años) con más de 40 autores
publicados, la creación de un espacio virtual de intercambio (utilizando la red
social Facebook), la realización de un ciclo mensual de lecturas en bares y
casas culturales de Montevideo, la participación en los talleres de Orientación Poesía, y el acceso a
congresos, concursos y festivales poéticos. Tanto en las modalidades
presenciales como virtuales, este proyecto apuesta a una educación en arte
enfocada en la propia producción de los adolescentes y jóvenes, haciendo
hincapié en la formación del juicio estético personal en el marco de la
diversidad y el respeto por la diferencia, y en la certeza ética de que la
producción artística, y los conocimientos que la rodean, deben ser democratizados.
Este trabajo, originalmente prólogo
de la antología crítica de poesía uruguaya ultrajoven recientemente editada, En el camino de los perros (Hoski, 2018), contextualiza la situación de la
poesía uruguaya en los últimos 30 años, haciendo hincapié en sus condiciones de
posibilidad y existencia en este nuevo milenio. En estos seis años Orientación Poesía y En el camino de los perros mutaron y se
redimensionaron de forma inesperada. La propia praxis educativa reformuló no
solo los objetivos, sino también los diferentes roles de los participantes. A
medida que el colectivo de poetas fue creciendo y tomando contacto con el medio
literario (otros escritores, instituciones educativas, prensa, crítica,
lecturas de poesía) la reflexión teórica se hizo necesaria. En 2018, con la
edición de En el camino de los perros.
Antología crítica de poesía uruguaya ultrajoven (Hoski, 2018), se enmarcó críticamente la
producción poética de los adolescentes y jóvenes del colectivo, haciendo
espacio no solo para sus textos, sino también para el abordaje de algunas de
las inquietudes que motivaron o que surgieron a partir de la conformación de
ambos emprendimientos. En esa misma línea, a continuación se intentará dar
respuesta a una serie de problemas teórico-prácticos desde la propia mecánica
de estos. Para empezar, y sin demasiado espacio para un tema tan amplio, uno
podría preguntarse qué ha sido de la poesía en Uruguay en los últimos treinta y
cinco años y con qué signo se la ha valorado. Luego: ¿En qué consisten los
proyectos Orientación Poesía y En el camino de los perros y qué tienen
para aportar al presente? ¿Cómo alteran la relación entre calidad e inclusión
de los discursos, la relación entre creación y educación literarias, el lugar
de la crítica, la relación entre lo emergente y el movimiento memorioso del
archivo? ¿Qué ética entre artistas proponen? Por último, se dará cuenta de los
criterios de confección de la antología crítica antes mencionada, en tanto
cristalización de los procesos educativos y estéticos que han atravesado los
dos proyectos.
Condiciones históricas de posibilidad
La historia contemporánea de la poesía es un poco conocida:
luego del declive institucional vivido en la dictadura, los ochenta trajeron
consigo las esperanzas propias de la vuelta a la democracia. En poesía, esto se
tradujo en un movimiento contracultural poderoso: festivales internacionales,
ediciones independientes de formato innovador, revistas especializadas en el
género y el rescate de una tradición oral y performática que acercaba la poesía
a las demás artes. En este escenario se destaca la labor del reconocido grupo Ediciones de Uno (Gustavo Maca Wojciechowski, Daniel Bello, Luis Bravo, Agamenón Castrillón y
Héctor Bardanca, entre
otros). Era de empuje, pero también de grandes desilusiones. Y es que
además de la aprobación de la Ley de Caducidad, coletazo del poder y la
impunidad que se creían derrotados, Uruguay cumplía con la sentencia de Juan
Carlos Onetti, quien se
había negado a regresar (e incluso a asistir a la asunción de mando, en 1985, a
la que lo había invitado el propio Julio María Sanguinetti) porque este ya no
era el país que en el que había vivido. El Uruguay batllista, con su
Estado benefactor, sus instituciones modelos y su actividad cultural reconocida
internacionalmente, había desaparecido.
Luego la vida cultural fue sacudida por nuevos oleajes con
la dureza neoliberal de los noventa. El movimiento colectivo en poesía perdió
vigor, y el género terminó por convertirse en espacio de resistencia. El
mercado editorial prescindió entonces de los títulos de poesía, y la cultura,
del reconocimiento más general de sus poetas. Fuera de las letras un ciudadano
sabe quién es Mario Benedetti, quién es Juana de Ibarbourou o Washington Benavides,
pero desconoce los nombres de los poetas de las últimas décadas. En esta
marginalidad, que será a la vez condena y condición de posibilidad para hacer
desde la poesía, es que se destacan algunos nombres de la posmodernidad
oriental como Lalo Barrubia y Julio
Inverso. Por lo demás, la fabulación no es nueva: de Julio Herrera y Reissig
para acá se prefirieron las cuevas, se aceptó gozoso el martirio. Globalizados
(Bukowski, los Pixies, McHondo) y con una oferta mayor de drogas, los noventa
confirmaron las premisas simbolistas que ya se traían en los genes.
De este modo se llega a los dosmil. En su trabajo Los más jóvenes. Poesía uruguaya actual
(2010) María de los Ángeles González destacaba el carácter intimista de los
poetas que habían comenzado a publicar en la primera década del milenio. La
caída de las utopías, retardada, llegaba finalmente en el 2004 con el triunfo
del Frente Amplio. Y no era el primer golpe: dos años antes el país había
vivido la crisis económica más dura de su historia, circunstancia que
terminaría por desmantelar las políticas culturales del Estado. Los poetas
optaban por no salir de sí mismos: la derrota, una vez más, se signaba como
condición de existencia.
Por
tanto, no parece preocupar la posible misión social de la poesía, más bien se
asiste al descrédito de la capacidad de la palabra para incidir en la realidad
y aun para dar cuenta de ella. Los nuevos lenguajes poéticos se concentran en
el territorio de lo íntimo y en la búsqueda de la poesía como seña de identidad.
(González, M., 2010.)
Este panorama de resistencia (de la cultura en general y de
la poesía en particular), reducido injustamente aquí a un par de páginas,[1]
ha generado algunos desencuentros entre el interés académico, el popular y la
propia producción de poesía. La llegada
de internet y la proliferación de los llamados ciclos de poesía generaron un
nuevo problema: la multiplicidad de discursos huérfanos, sin libro, sin
relación con la crítica. El viejo sueño del canon, del panteón indiscutible de
la crítica normativa colapsaba, por estar lejos del fenómeno poético, y por
pertenecer a unos pocos. En un contexto en el que la academia y la educación
(no formada, esta última, suficientemente en metodología y mucho menos en
investigación) literarias estaban más predispuestas a redescubrir de mil
maneras el pasado, no fue difícil entonces que la lectura del presente se
hiciera en términos de decadencia. O bien se optó por el juicio apocalíptico,[2]
o bien por (re)canonizar,[3]
despreciando de un modo o de otro lo que había por comprender de este tiempo.
Dejando a un lado el problema de inconmensurabilidad que puede suponer comparar
épocas históricas (porque aunque no se explicite, la valoración es el centro
mismo del problema) el gesto de indiferencia, de nostalgia, de frustración o de
mera superación no es positivo: se desentiende de lo que está pasando.
Menosprecia la realidad en nombre de la Edad de Oro, la homogeniza; no se pregunta cómo crear en
ella.
La clave para comprender es conocer qué está sucediendo,
reconociendo así las posibilidades y deficiencias de un tiempo en sus
continuidades y sus florecimientos. Contra la figura de la decadencia se puede oponer la de un verdadero renacimiento. En el epílogo de De
divina proporción (2017), antología de poetas
contemporáneos realizada por Laura Alonso para la recientemente creada
editorial La Coqueta, Luis Bravo (2017) tira algunas puntas:[4]
He aquí un listado incompleto de lo que
ha venido haciendo esta camada emergente [es decir, los poetas que han empezado
a publicar, a leer y organizar movidas poéticas en este milenio]: la Ronda de Poetas que cumplió diez años;
el Slam de Poesía; los Festivales (Gusto
Tuyo, eÑe, Filba, el Mundial Poético);
el Ciclo de Poesía Perfomática en el cce; el proyecto de itinerancia
internacional (texto, video, fotografía) que porta Martín Ubillos; las muestras
de poesía visual y sonora, y las prolíficas grabaciones experimentales
accesibles en línea realizadas por Juan Ángel Italiano; la consideración crítica
de la emergencia juvenil en Revistas especializadas (Sic; Lo que vendrá; Paréntesis; Sotobosque), en ponencias de Congresos y Cursos académicos (aplu; Lasa Cono Sur; ipa);
los muchos ciclos de poesía que se abrieron en estos años en boliches y en
espacios teatrales, además del sostenimiento del decano Caramelos y Pimientos; la proliferación de la puesta en voz en
recitales de poetas junto a músicos formando bandas, y la publicación de sus
respectivos Cds [sic]; el proyecto Orientación Poesía, que realiza talleres en las
aulas de la enseñanza media; la gestión de En
el camino de los perros, un colectivo de poetas adolescentes; las muestras
de poesía y diseño en diálogo con México, España, Argentina organizadas con
participación universitaria por Yaugurú; el estreno de decenas de nuevos poetas
en las editoriales ya mencionadas y en otras preexistentes; los programas de
Radio, sobre todo desde el sodre que han dedicado columnas y
secciones específicas a la poesía (La
Máquina de Pensar, El Truco de la Serpiente, El Tunguelé), el Podcast de Miguel Ángel Dobrich, las
Revistas en línea y los blogs son, al
barrer, acontecimientos que dan cuenta de la vitalidad que los poetas le han
imprimido a nuestra cultura en estos primeros 17 años del nuevo siglo. Qué
alcance tendrá esta ebullición como para conformar una generación es algo que
algún día se verá. El temperamento más bien desconfiado de los uruguayos es
lento en sortear prejuicios y en visualizar con generosidad el presente; si me
tomo el trabajo de nombrar eventos es para que se vea como hecho contundente
todo lo [que] viene sucediendo en las tiendas poéticas nativas.
Génesis
En este contexto, limitado y a la vez fértil, es que surgen Orientación Poesía y En el camino de los perros. Inquietos
por el ya conocido problema de recepción que tiene la poesía, con Miguel Avero
y Santiago Pereira decidimos en 2012 comenzar a leer nuestros poemas en los
liceos. Nos guiaba la utopía de un público más genuino, menos viciado y más
sincero. Al principio fue difícil: solo algunos docentes de nuestra propia
generación se animaron a organizar la experiencia. Sin embargo, el proyecto
comenzó a crecer y a mutar, transformándose rápidamente en un valorado taller
de poesía contemporánea, en el que se privilegiaba la multiplicidad de
estéticas y la creación, profesor mediante, de los propios alumnos. No se
trataba solo de un recital poético (instancia por sí sola interesante), sino de
acercar al aula el fenómeno de poesía viva en su multiplicidad de expresiones y
motivaciones. Comenzó entonces, en la práctica, un largo proceso de reflexión
en el que fuimos comprendiendo que el problema de la recepción literaria estaba
íntimamente ligado al de la educación. Por un lado, la constatación de que el
órgano más poderoso de reproducción canónica de todo el sistema literario, los
cursos de Secundaria, dejaban afuera casi cualquier acercamiento a autores
vivos, poniendo a las obras literarias como cosas que habían sido en un lugar y/o tiempo lejanos;[5]
por otro, que se trataba de cursos casi exclusivamente de hermenéutica, es
decir de interpretación: los programas no contemplaban la creación como parte
central de la educación en Literatura, reproduciendo un modelo de
docente-experto que obtiene su objetividad y prestigio en la distancia crítica
del objeto artístico que enseña. Esto tiene su raíz en la propia formación
docente, en la que los alumnos (muchas veces también poetas) se ven enfrentados
a un pasado canónico y clausurado, y una formación pensada al margen de la
investigación. Sin embargo, Orientación
Poesía, como un proyecto que busca devolver la creación y la investigación
sobre el presente al seno de la educación,
no existe en solitario: las experiencias de Fabián Severo en el liceo de
Toledo N°1, la de Matías Rótulo llevando la creación teatral al aula, la de
Yanina Vidal con su colectivo de investigación en arte dramático, la de Claudio
Paolini, como profesor de Metodología en el ipa
y responsable del Grupo de Investigación sobre Literatura Fantástica Uruguaya, o
incluso la elección temática de este mismo congreso son muestras recientes de
un interés académico similar.
En cuanto a En el
camino de los perros, se trata de una idea de Miguel Avero, en la que nos
vimos involucrados primero Santiago Pereira y yo, y luego también la profesora
y poeta Regina Ramos, y la fotógrafa Paola Scagliotti. El proyecto toma su
nombre de unos versos de Sucio y mal
vestido, de Roberto Bolaño (2000), en los que se dice: «En el camino de los
perros mi alma encontró / a mi corazón. Destrozado, pero vivo, / sucio, mal
vestido y lleno de amor. / En el camino de los perros, allí donde no quiere ir
nadie», y se inspiró
en la búsqueda de poetas adolescentes que la escritora española Luna Miguel
estaba realizando a través de las redes sociales. A partir de allí el problema
fue el de hacer de puente entre los creadores jóvenes y adolescentes, y el
sistema literario. Surge así la categoría del poeta ultrajoven. Desde
el año 2015 comenzamos a publicar poetas que tenían entre quince y veinte años
en nuestra plataforma virtual, con una regularidad de un autor cada dos
semanas. El proyecto también creció y en el mismo año inauguramos un ciclo de
lecturas en la cafetería Momentos. Luego
vinieron las invitaciones a recitales poéticos, festivales, congresos, los slams, la incorporación de los ultrajóvenes a los talleres de Orientación Poesía y los encuentros de
escritura: los poetas ultrajóvenes deslumbraban
no solo por su juventud, sino también por la calidad y variedad de sus textos.
El empuje llevó a la formación de un colectivo que incluía a poetas antologados
y coordinadores, haciendo que el proyecto tomara un carácter más horizontal, al
mismo tiempo que se ajustaban los mecanismos de publicación, atendiendo a la
comprensión creciente de que la literatura no podía ser pensada de manera
escindida: creación, educación, crítica y ética entre los artistas son las
caras de un mismo fenómeno.
Crítica y espacios de reconocimiento
Desde el primer momento quedamos sorprendidos por la
cantidad de poetas que acudieron a nuestra convocatoria, confirmando la mirada
de Jesse Lee Karcheval (2006),
quien en su reciente antología bilingüe de poetas emergentes uruguayos, América invertida, señala: «Uruguay is proud of producing a
disproportionate ate number of world-class soccer players, a valid position for
a country that hosted and won the first World Cup. But, as I discovered living there, Uruguay produces an
equally high number of fine poets». Siendo responsables de
la edición, nos encontramos con el ya viejo problema de la crítica: ¿Cuál es la
relación entre la calidad y la cantidad? Dos directivas opuestas nos guiaban:
la necesidad de curar una antología móvil de poesía, lo cual implica un cuidado
en la exposición de los textos y de los autores (adolescentes en su mayoría), y
la de incluir en ella a diferentes voces, que, además, correspondían a poetas
en formación. Es allí que fue necesario repensar las relaciones entre ética y
estética, tan cuestionadas en otros ámbitos de la actualidad, dejando de lado
por igual, el desprecio posmoderno a la crítica y la valoración estética, y las
nociones elitistas heredadas de la formación académica. Pensamos entonces que
este proyecto debía tener también un carácter educativo. Decidimos que la
participación sería voluntaria, y que la edición se daría en el marco de un
proceso. Los poetas ultrajóvenes comenzaron a enviarnos sus textos y estos
fueron leídos por dos o más de los coordinadores. Les hacíamos sugerencias de
tipo gramatical, estilístico, intertextual y hasta de recepción, cuidando
siempre las instancias de devolución, entendiendo que el ejercicio de la
crítica debía hacerse a un mismo tiempo de manera rigurosa y didáctica. Las
elecciones que hacen a las versiones finales de sus textos se dejó siempre en
sus manos. Luego, decidimos también incluir a poetas y docentes externos como
editores, asegurando no solo una mirada plural, sino también cierta empatía
estética. La poesía es uno de los objetos artísticos más escurridizos;
pretender cortar todas sus variantes con el mismo cuchillo no sería más que una
torpeza. El proceso, de renovación constante, llega en este 2018 hasta la
conformación de un comité editorial que incluirá, entre otros, a algunos de los
ultrajóvenes que ya fueron editados. A tres años de iniciado En el camino de los perros, se ha
logrado una muestra de calidad (respaldada además por los premios e
invitaciones que nuestros poetas han comenzado a recibir), heterogénea e
inclusiva, desmintiendo así el presupuesto reaccionario de que a mayor cantidad
la calidad empeora.
Otra de las
preocupaciones teóricas que nos asaltó en estos tres años es la del
reconocimiento artístico. En primer lugar, tomamos el tema sin prejuicios
ascéticos: la poesía es un fenómeno social de diferentes instancias, y la
valoración es parte central de este. Publicaciones, concursos, festivales, el
libro como objeto de distinción: todos los espacios de producción de
reconocimiento fueron tenidos en cuenta y se intentó que los poetas ultrajóvenes
tomaran contacto con ellos. No faltará quien diga que este es un trabajo
inútil, que el intelecto debería estar puesto en el estudio de la obra
patrimonial de nuestros autores, muchos de ellos desconocidos por las nuevas
generaciones. La oposición es falaz. Primero porque este proyecto se propone
acercar lo emergente al sistema literario, lo que implica recomendaciones de
lecturas en particular, y un contacto con la tradición poética en general. No
intentar agotar la educación y el estudio literario en ella no significa
desconocerla. Abrirse a nuevas estéticas y sus corrientes de influencia
desconocidas es un esfuerzo complementario al reordenamiento y difusión del
archivo literario. Y en segundo lugar, porque la falsa oposición no comprende
que los problemas que tienen los jóvenes para acceder a las instancias de
reconocimiento tienen la misma raíz que la del olvido patrimonial. El mantra:
país pequeño, mercado pequeño, poco espacio para todos. Que los poetas de las
generaciones precedentes no hayan alcanzado un lugar acorde a su trayectoria
hace a los parricidios una utopía, un sueño deforme en el que el cuchillo no
apuñala y nadie muere.
En la reciente versión en papel de la antología, publicada por Estuario, se
intenta dar una solución
diferente a este problema. Por un lado, editando a veintiséis poetas
emergentes, en un intento fotográfico que no se erige como promesa de nada: que
es. Por otro, acompañando su obra con
una serie de ensayos personalizados escritos por docentes y poetas de una
generación mayor. Al parricidio (pero
también al filicidio) imposible se le opone la fraternidad intergeneracional, sana
costumbre heredada específicamente de los espacios de poesía oral.
En el camino de los
perros. Antología crítica de poesía uruguaya ultrajoven
Es por ello que el colectivo En el camino de los perros parte de las posibilidades de nuestro tiempo, tomando lo
que los poetas pudieron haber ganado en estos últimos treinta años: la
publicación virtual como método eficaz de difusión, los ciclos y recitales de
poesía oral como lugar de encuentro y espectáculo artístico con sus propias
reglas, la necesidad de juntarse en colectivos artísticos, rompiendo con la
mitología del poeta aislado, misántropo y sin intercambio mundano con sus
receptores. Si de la dictadura para acá el valor social de la poesía ha sido
conflictivo, en esta nueva generación de poetas se reencuentra con nuevas
formas de solidaridad.
La edición de un libro
siempre es celebrada, pues, a pesar de los vaticinios, el libro ha conservado
su lugar de jerarquía. La
antología crítica que acaba de editar Estuario reúne la poesía de veintiséis
autores uruguayos menores de veintitrés años, presentando una pequeña muestra
de cada uno y un miniensayo crítico sobre su obra. No tiene sentido defender aquí la calidad de los
autores antologados y sus diferentes poéticas; eso queda a juicio del lector.
Tampoco es necesario clasificar o dar un panorama de las obras, cuando cada uno
de los poetas viene acompañado de un ensayo crítico que lo reseña. Sí me parece
necesario aclarar que la noción de poesía
que se maneja es amplia, entendiendo que en el contexto actual la poesía es un campo de refugiados para diferentes
tipologías, que, más allá del reconocimiento académico, no encuentran en el
mundo un lugar seguro. Poesía en prosa, textos descriptivos, poesía dramática y
narrativa, la clásica poesía lírica; el criterio en este punto también fue
inclusivo. Los poetas que conforman En el
camino de los perros configuran todo un movimiento y este libro constituye
su foto reluciente, uno de los tantos encuentros posibles del presente con la
poesía, que estaba enferma, es cierto,
pero estaba viva.
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[1]
A manera de compensación, hacia el final de la ponencia se anexa una
bibliografía con varias antologías contemporáneas de poesía, con sus
respectivos prologuistas. De ese modo el lector podrá tener una idea más cabal
y justa del tema.
[2]
Por ejemplo, se puede leer al prologuista de un libro de poesía uruguayo editado
hace cinco años despacharse con un juicio tan definitivo sobre la
contemporaneidad, sin tener en cuenta que, quizá, el problema sea el de
repensar la crítica: «Esta situación [la
ausencia de variaciones en la forma] de la poesía, constante desde hace
décadas, hace difícil establecer diferencias entre propuestas; sobre todo,
diferencias cualitativas, más allá de las variantes que correspondan al oficio,
a la inteligencia o al ingenio. Con esas dificultades se enfrenta, una y otra
vez, la crítica», (Apratto, 2013).
[3]
Dos ejemplos, diferentes
entre sí, son el Orientales. Uruguay a
través de su poesía (2010) de Amir Hamed, editado originalmente en 1996, y Voz y palabra. Historia transversal de la
poesía uruguaya 1950-1973 (2012) de Luis Bravo. En el primero se realiza la
reafirmación del canon de las voces poéticas uruguayas, ubicándolas en el
territorio, y en una decidida posición de margen. El movimiento de archivo solo
da lugar al presente en tanto pueda dialogar con ese canon. En el caso de Voz y palabra, se trata de una historia
de la poesía de mitad del siglo xx
que tiene en cuenta nuevos criterios de valoración, entendidos «… a lo largo del libro, como una compleja mezcla
de expresividad, originalidad, repercusión y generación de redes de lecturas y escrituras
a partir de los puntos nodales conformados por las obras» (Sanchiz, 2012). El canon que propone Bravo es
más inclusivo, tiene en cuenta el plano social de la literatura, y parte además
de la producción académica presente sobre la llamada puesta en voz de la
poesía. No es casualidad que su producción, a diferencia de buena parte de
poetas y académicos consagrados, fluctúe entre el pasado, su generación de
origen y el presente.
[4]
A esta lista podrían
agregarse, por ejemplo, las dos bienales de poesía (2015 y 2017) y las nueve
ediciones del concurso nacional de poesía joven Pablo Neruda, organizados por
la Intendencia Municipal de San José; y las diez ediciones de los Encuentros de
Escrituras y la reciente antología de poetas de Maldonado (1985-2017), La ballena de papel (Pereira Severo,
2017), realizados y apoyada por la
Intendencia de Maldonado, respectivamente.
[5]
Hay voluntad de revertir la
situación en algunos profesores. De hecho, a partir de reiterados pedidos en
salas docentes, el Programa de primer año de Bachillerato (ces, 2006) pasó a contemplar la inclusión de autores
hispanoamericanos y uruguayos, algunos de ellos contemporáneos. En la práctica,
y dependiendo de quién esté a cargo del curso, siempre se corre el riesgo de
momificar el fenómeno literario.
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